22 abril 2013

yo no elegí ni nacer, ni mucho menos elegí el lugar. Soy de una tierra donde ocurre lo peor que le puede pasar a un ser humano: ser mercancía y esclavo de un carro de compras. Bastará decir que mi vida en este carro de compras no ha sido facil/dificil, simplemente ha sido... y seguirá siendo. Este carro de supermercado se mueve, y mucho, y de todas las maneras en que un movimiento puede afectar a un ser humano. Pero el no estar donde uno debiera, es tal vez lo peor. Ese auto exilio programado, ese destierro interno, el alejamiento de tu terra mater, y todo por que? no lo sé, pero hay una cosa de la que estoy seguro, y es que los sacos de la ambición acá no se rompen nunca. Los que están "arriba" hacen su vida gracias a los que están mas abajo, y claro... para estar arriba, tu apellido no debe ser ni González ni Tapia. La ambición traspasa toda frontera moral, y ataca lo mas valioso que un ser humano puede recibir, cosas que ni en paises ultraprimermundistas ni en naciones bananeras se han atrevido a tocar ni un ápice. Pero acá somos vanguardistas, somos poetas de la innovación y emprendimiento, somos los jaguares, o algo así como un felino mas grande y superior que los gatitos que nos rodean, que según las rotativas de imprenta suelen ser siempre peor que nosotros... y nos hacen agradecerles por ello, por venderme el acceso a saciar mi sed, el acceso a descubrir el mundo, el acceso al sustento de mi vejez, y tantas otras cosas que no diré para no caer en el resentimiento. Estoy pagando el precio del sistema, estoy en el limbo, y no quiero eso para mi... ni para quien amo

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hello. And Bye.